Nuestros hijos/as desde que son pequeños comienzan a experimentar emociones que deben aprender a gestionar. Para ello, utilizan diferentes estrategias como fijarse en otros (modelos) o, simplemente, experimentar (ensayo/error). Además, se guían por aquello que les gusta hacer (placer), por lo más fácil y rápido (económico), por lo que ya saben hacer y, por tanto, es familiar o por aquello que es novedoso.
Precisamente por esta razón, resulta muy eficaz y recomendable establecer normas de comportamiento y actitudes en las diferentes situaciones, para ayudarles a gestionar esas emociones de la forma correcta.
La rabieta suele ser una forma más de gestionar una emoción ya sea la ira, el miedo o la tristeza. Y, en ocasiones, también puede realizarse como medio para conseguir un fin, es decir, para conseguir algo que quieren. Por tanto, hay que estar atentos a que esa conducta no se convierta en la estrategia para conseguir aquello que anhelan. De una forma u de otra, es importante poner estrategias en marcha para reducir la aparición de las rabietas y que cada vez se desencadenen en menos situaciones. Enseñándoles que puede admitirse cualquier sentimiento, pero no cualquier comportamiento. Es decir, uno puede sentirse frustrado, pero no por ello puede golpear, patear o agarrar a otro para expresar lo que siente.
Algunas de las pautas que podemos poner en marcha son las siguientes:
En definitiva, nuestra tarea como adultos y como madres/padres/cuidadores es ayudarles al buen desarrollo emocional, a que conozcan sus emociones y aprendan a reconocerlas, aceptarlas y resolverlas. Aunque no sólo sus propias emociones, sino las emociones de los demás, fomentando la empatía. Para ello, podemos utilizar preguntas tales como: ¿Cómo piensas que se puede sentir María cuando le gritas y le quitas su juguete? o ¿Cómo te sentirías tú si Pablo te hiciera lo mismo?
Recuerda que cada situación que lleva a tu hijo/a a afrontar sentimientos de enfado es una oportunidad de aprendizaje. Cuando notes que tu hijo mantiene la calma ante una situación irritante, remárcalo y felicítalo. En cambio, si notas que no controla bien el enfado, acércate para ayudarle a resolver el problema.
En troba’t Psicologia podemos ayudarte, además de darte pautas específicas para tu caso en particular
Alba López
Psicóloga General Sanitaria