La vida es un conjunto de situaciones, en ocasiones caóticas o agotadoras, que pueden resultar abrumadoras. Seamos sinceros, ¿Quién no se ha sentido desbordado en algún momento, sintiendo que no puedes más hasta que simplemente estallas? Es algo muy común pero, el problema viene después, cuándo esa reacción nos aleja de lo que realmente queremos, aquí es donde entra en juego la gestión emocional.
La gestión emocional es la habilidad que tenemos las personas para reconocer, comprender, regular y guiar nuestras emociones de manera consciente. Antes de continuar hay que dejar algo claro, todas las emociones son necesarias y positivas siempre que sean adaptativas y/o nos guíen hacia nuestros objetivos, vamos a verlo con un ejemplo:
Imagina que tienes un día agotador y te sientes sobrepasado, tu jefe está gritándole por un trabajo con el que no está conforme y tú te enfadas por la manera en la que te está tratando. Enfadarse en esta situación es algo totalmente válido y entendible, el enfado es una emoción adaptativa, puesto que nos ayuda a marcar límites y a defendernos de las injusticias (en este caso nos ayuda a reaccionar poniendo límites ante el hecho de que otra persona nos esté gritando cuándo nadie tiene el derecho a tratarnos mal). El problema se origina cuándo este enfado nos controla de manera desadaptativa, por ejemplo gritando de vuelta o montando una escena. En este caso, es probable que la manera en la que hemos expresado y modulado la emoción genere consecuencias negativas para nosotros (por ejemplo un despido o una sanción disciplinaria).
Así pues, a pesar de que todas las emociones son válidas, la manera en la que las gestionamos puede ocasionar consecuencias positivas y orientadas a nuestros objetivos, o negativas y aversivas para nosotros. Ahora bien, ¿Qué pasa si tengo dificultad para gestionar mis emociones? Que nadie se alarme, la gestión emocional es una habilidad que puede ser trabajada, podemos mejorar la manera en la que modulamos y expresamos nuestras emociones.
Existen diferentes técnicas de gestión emocional que se pueden trabajar en terapia, a continuación se explicarán algunas.
-Autoconciencia: El primer paso para gestionar nuestras emociones es reconocerlas, suena obvio ¿no? Aunque es más complicado de lo que parece. En muchas ocasiones actuamos sin ser conscientes de qué emoción subyace a los comportamientos que estamos manifestando. Siguiendo el ejemplo anterior, puede ser que lleguemos a casa después de ese día de trabajo y reaccionemos de mala manera ante cualquier comentario o gesto de nuestra pareja o hijos, sin ser conscientes de que en el fondo de nuestro comportamiento hostil está el enfado que sentimos por los gritos de nuestro jefe. Ser capaces de detectar qué estamos sintiendo es muy complicado, va mucho más allá de identificar si estamos tristes o contentos.
-Aceptación: Cuándo hablamos de aceptación no nos referimos a resignarnos ante lo que sentimos, sino a abrazar todas las emociones que sentimos, validando nuestro sentir.
-Regulación: Regular las emociones no implica eliminarlas, sino modularlas para que sean tolerables y adaptativas. En el caso anterior, un ejemplo de regulación exitoso sería marcar un límite respecto a los gritos de la otra persona.
-Empatía: La empatía nos ayuda a conectar con las emociones de los demás y entender qué están sintiendo, mejorando así nuestras relaciones interpersonales.
Gestionar las emociones es complejo, requiere de esfuerzo y constancia. Si crees que te supone un reto o sientes que en ocasiones las emociones te sobrepasan contacta con nosotras, estaremos encantadas de ayudarte.
Silvia Casas
Psicóloga general sanitaria